Oda a la Inmortalidad

        



                                  Mar con su nieta Vera y su hijo Victor hace unos cinco años

“Oda a la inmortalidad”

Aunque la figura de Mar
en otro tiempo tan brillante
hoy esté por siempre oculta a mi mirada.

Aunque mis ojos ya no
puedan ver ese puro destello
Que en mi juventud me deslumbraba

Aunque nada se pueda hacer
para volver la hora del esplendor de Mar,
de la gloria en las flores,
no debo afligirme
porqué su belleza subsiste siempre en mi recuerdo…

En aquella primera
simpatía que habiendo
sido una vez,
habrá de ser por siempre
en los consoladores pensamientos
que brotaron del humano sufrimiento,
y en la fe que mira a través de la
muerte.

Gracias al corazón humano,
por el cual vivimos,
gracias a sus ternuras, a sus
alegrías y a sus temores, la flor más humilde al florecer,
puede inspirarme idéas que, a menudo
se muestran demasiado profundas
para las lágrimas.

Volveran nuevas primaveras, por tanto porque afligirnos cuando terminan

nuestra terca añoranza no nos deja apreciar los perfumes

y fragancias que traen los nuevos tiempos

Parafraseando a William Wordsworth


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